El consultorio del Dr, Mateo (I)

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¿Homofobia?



Dr. Mateo, quiero consultarle sobre un tema que puede resultar espinoso, por lo menos para mí. Un hijo de una familia con quien tenemos amistad desde hace años ha dado un gran disgusto a sus padres al notificarles que quiere contraer matrimonio con otro chico. Sus padres le han dicho que no piensan asistir. Para él esto es homofobia. Resulta que este joven es también muy amigo de un hijo mío, que me ha dicho que piensa asistir. Yo no sé qué decir. Esto de que te cuelguen el cartel de homófobo es un poco fuerte. ¿Qué consejo me da para actuar según mi fe?

Procuraré ser claro y conciso. Yo creo que siempre hay que poner en primer lugar la estima y el respeto a las personas, lo cual no implica lo mismo para sus opiniones o decisiones. En una ocasión, una buena madre de familia que se esforzó de verdad para subir a sus hijos en la fe cristiana me comentó una inquietud semejante. Un hijo que había fracasado en su matrimonio se casaba civil-mente con una chica también separada. La madre no vio conveniente asistir al enlace, lo que contrarió tremendamente a la pareja hasta al punto de dejar de hablar a esta madre. Puede imaginarse el sufrimiento. La madre quería ser coherente con sus convicciones en conciencia y su hijo no quería que asistiera simplemente a la celebración sino que, con su presencia y participación en la fiesta, diera a entender que ella estaba de acuerdo con la decisión del hijo. Yo le dije a la madre que había actuado correctamente siguiendo su conciencia. Evidentemente, ella seguía queriendo a su hijo y ahora que este ha cambiado de actitud, incluso colabora cuidando de los nietos, como debe ser. 

¿Por qué cuesta tanto de entender que no se puede forzar una aceptación que en conciencia no se puede dar? Hay que entender que la simple presencia en una fiesta o determinada celebración conlleva algo más que una simple expresión de amistad o cortesía. Santo Tomás Moro habría salvado su cabeza con la simple participación en las bodas de Enrique VIII. Pero en conciencia creyó que no podía ir. Los padres de este joven de quien me habla tienen que hacer entender a su hijo que le quieren, que estarán siempre con él y que las personas que él quiere siempre serán bien acogidas en casa, pero que de ningún modo tiene derecho a forzarles a aceptar una concepción del matrimonio que es incompatible con su fe. Cuanto más claros, más amigos. Y en cuanto a su hijo, que según me dice ya es mayor de edad, dígale que actúe en coherencia con sus convicciones. Un cristiano nunca se deja llevar por «fobias», tiene el corazón abierto a todos, no excluye a nadie, pero también tiene el derecho de ser respetado en sus deberes de conciencia. 

  

¿Devociones o supersticiones?



Una persona que es muy devota continuamente me envía mensajes sobre devociones que dice que yo debo practicar. La semana pasada me hizo llegar una oración que, según las revelaciones de una santa, si se pronuncia cien veces, consigue sacar un alma del purgatorio. Yo lo encuentro muy extraño y no me lo acabo de creer. Además, calculé que si esta persona practica todas las devociones que me recomienda, no le debe quedar tiempo para nada más. ¿Qué piensa usted de todo esto? ¿Qué devociones deberíamos practicar como buenos cristianos?

No es la primera vez que recibo consultas sobre estas extravagancias. Antes, se limitaban a hojas fotocopiadas que se dejaban en las parroquias y que invitaban a hacerlas llegar a un número determinado de personas a cambio de unos grandes beneficios materiales o espirituales. Ahora, con las redes sociales, estas tonterías circulan por todas partes y confunden a personas de buena fe. Conozco personas que se pasan horas practicando estas falsas devociones. Probablemente no tienen nada más que hacer, pero es una lástima que empobrezcan de esta manera la vida cristiana. Lo primero que le recomiendo es que regale a esta persona conocida suya un ejemplar de la Introducción a la vida devota de San Francisco de Sales. Dígale que se trata de una obra escrita por un santo auténtico, con nombre y apellidos, reconocido y recomendado por la Iglesia, y no de una santa tan desconocida como inexistente que hace promesas de poca monta que no tienen ningún fundamento en la verdadera doctrina cristiana. 

Estas oraciones largas y estrambóticas que le propone su conocida me recuerdan precisamente a las propias de los paganos, desaconsejadas por el Señor, cuando nos dice que «piensan equivocados que, cuanto más hablan, más se harán escuchar». Hay que distinguir la devoción y las devociones, y, entre estas, las obligatorias y las optativas, y, finalmente las falsas devociones. La «Devoción» es una realidad muy seria que surge de nuestra fe y amor a Dios. Expresa nuestra adoración, bendición, gratitud y reconocimiento hacia el Señor y la voluntad de entregarnos a Él. Como puede suponerse, se manifiesta en devociones concretas. ¿Cuáles podemos practicar? En primer lugar, las fundamentales: la oración diaria, (ojalá), el recitado de laudes y vísperas y las oraciones tradicionales como el Padrenuestro…, la escucha orante de la Palabra de Dios, la Santa Misa de los domingos y fiestas como centro de la vida cristiana, la devoción filial a la Virgen María donde destaca el Rosario, la visita al Santísimo y la participación al culto eucarístico fuera de la Misa… Creo que con esto se puede hacer un buen camino devocional a nivel personal y familiar. Y siempre, ante cualquier duda, consulte a su párroco.

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